A orillas de la playa de Zarauz y ubicado en un antiguo palacete de principios del siglo XX , también conocido como Villa Aiala, se encuentra el Hotel Restaurante Karlos Arguiñano.
Desde las amplias ventanas que dispone el salón comedor, mirando al mar, se puede admirar : al fondo a la izquierda, la destacada montaña del pueblo pesquero guipuzcoano de Getaria y al frente y a la derecha la bravura del mar cantábrico rompiendo en la costa.
Es la segunda vez que mi compañera y yo visitamos este placentero restaurante del famoso chef karlos Arguiñano. En esta última visita además nos acompañaban mis cuñados Marga e Idelfonso, compañeros de ruta por las tierras vascas. La excelente acogida nos la ofreció el hijo primogénito del conocido cocinero, tan admirado por mi parte, ya que lo sigo siempre que me es posible a través de sus populares programas televisivos.
Después de ojear minuciosamente la carta, nos decidimos a elegir el Menú degustación de primavera, no porque no encontráramos platos atractivos sino, todo lo contrario, porque queríamos apreciar el abanico de platos que ofrecía este menú especial; a un precio más que razonable 34,50 euros sin IVA y sin bebida, cómo es normal en la mayoría de menús degustación.
Sin más rodeos os expongo lo que nos sirvieron esmeradamente a todos los comensales que estábamos sentados a la mesa :
Para empezar nos sirvieron un aperitivo que consistía en una crema de zanahoria y unos buñuelos de bacalao.
La crema de zanahoria tenía un ” no se que yo ” que la hacía deliciosa y los buñuelos de bacalao no se quedaban atrás en el paladar.
A continuación nos presentaron una ensalada de bacalao con salsa de piquillo y perlas de perejil.
Un plato que recreaba la vista y una explosión en la boca de gustos y texturas. Las perlas de perejil un toque que nos recordaba a quién pertenecía la mesa que estábamos sentados.
Siguió un puntalet de verduras con toque de curry rojo.
Un plato que en cierta medida nos hacía pensar en un arroz cremoso de verduras, pero que en esa ocasión estaba elaborado con orzo, también llamado puntalet, en lugar de arroz y que daba una melosidad al plato, sin paragón.
Posteriormente nos sirvieron el pescado del día, que en esta ocasión era merluza con coliflor en texturas y caldo aromatizado.
¡ Una genialidad !, el pescado en su punto de cocción y la lengua en la boca se relamía de lo bueno que estaba.
Una vez retirados los platos, sin rastro de lo que habían servido, y sin perder tiempo sirvieron : pollo lumagorri con puré suave de mostaza y ciruela.
Otra oportunidad para poder apreciar que manejan los puntos de cocción como deben ser y constatar que existía en el plato, una amalgama de sabores así como una excelente textura crujiente, que se debía a la piel bien dorada del pollo.
Después de estos platos, anteriormente mencionados, llegamos con pena al postre y como no podía ser de otra manera ¡ nos sorprendieron ! con una panacota de vainilla con mango y espuma de mora.
Un remate que bien podía ser la traca final porque, estaba estupenda y era la última ocasión para apreciar todo tipo de texturas y sabores.
Acompañamos la comida con un vino rosado Inurrieta Mediodía 2014 D.O Navarra que no estaba ¡ nada, pero que nada mal !
Para finalizar la comida, solicitamos unos cafés y nos obsequiaron para acompañarlos, unas piruletas de chocolate negro y blanco.
Cómo bien habréis podido observar, con unos productos sencillos, pero sin dejar de ser excelentes materias, se pueden conseguir unos maravillosos resultados ¡ si caen en buenas manos que sepan que hacer con ellos !
Os recomiendo si tenéis la oportunidad de visitar el maravilloso País Vasco, que realicéis una visita a este popular restaurante de Karlos Arguiñano . Sin duda podréis disfrutar de una cocina de autor y una cocina de temporada bien elaborada, que sin duda no os dejarán indiferentes. El restaurante no tiene estrellas Michelín, pero ¿ creéis que las necesita ?