Pastel de nata (Pastel de Belém)

Lo primero que nos puede sorprender cuando tenemos delante de los ojos un pastel de nata, también llamado pastel de Belém, es que no vemos por ninguna parte la presencia de esa sustancia blanca con textura de mouse y que tanto se emplea en pastelería. Sin embargo os puedo garantizar que a pesar de no verse la nata, estar lo que se dice estar, está en el interior de la composición de estos sabrosos pasteles. Los más avispados bien habréis pensado que la nata forma parte de los ingredientes necesarios para la elaboración del pastelillo de nata; pero no me podréis negar que en pastelería, por regla general, todo lo que está en el nombre se puede visualizar fácilmente. Aunque como en este caso, siempre hay excepciones que rompen la regla. Cualquiera que pisa Lisboa tiene casi como visita obligada, la casa o fábrica de los reputados pastéis de Belém. La casa de los pasteles de Belém dispone de amplios salones para poder degustar cómodamente, estos sabrosos pasteles de nata; acompañados de un buen chocolate o un aromático café, cortado o capuchino. Debo advertir que no es fácil conseguir una mesa para apreciar los pastelillos porque, al igual que para comprarlos, es necesario aguardar una larga cola. Ahora bien, si se logra aguantar  el turno, la espera habrá valido la pena. Muy interesante es el poder ver, a través de grandes cristaleras panorámicas, como los pasteleros trabajan en el obrador,

poniendo y retirando bandejas llenas de estos sabrosos pastelillos de nata.

La formula para su elaboración procede del Monasterio de los Jerónimos, muy próximo al lugar dónde está situada la fábrica. El proceso de realizar la masa es secreto y al parecer los ingredientes completos que intervienen para poder realizarlos, sólo los conocen tres personas. Para poder apreciar los sabrosos que son, es necesario antes de comerlos espolvorearlos por encima con azúcar glas y canela en polvo. Estos dos elementos unidos a la masa hojaldrada caliente y crujiente, hacen que cuando damos un mordisco a estos pastelillos, podamos sentirnos los más felices del universo.

He podido  comer en muchas ocasiones pasteles de Belém, pero puedo asegurar que por mucho que lo intenten, como los auténticos de la casa de los pastéis de Belémno hay ninguno. Osea, que si que debe haber algún toque o ingrediente secreto, porque no los pueden igualar por mucho que lo intenten. Si compráis pastéis de Belém en la casa o fábrica de los pasteles de nata, para llevároslos como recuerdo o bien para regalar a vuestros seres allegados, os los prepararan envasados en unas cajas de cartón que tienen un tamaño idóneo, para poder viajar con ellos cómodamente.

Una vez en el destino, antes de comerlos, os recomiendo que los pongáis en el horno a 180ºC durante aproximadamente 5-7 minutos, los suficientes para que la masa esté caliente y el hojaldre dorado y crujiente.  Posteriormente no os olvidéis de espolvorear por encima con azúcar glas y  canela  molida; son dos elementos imprescindibles para darles un toque dulce y aromático.

Para los que no puedan desplazarse a Lisboa (Portugal) y no puedan tener la fortuna de comer estos pasteles de nata, o bien se acuerden de ellos y quieran intentar elaborar estos deliciosos  pastelillos de Belém; a continuación os presento una receta extraída de un libro de cocina portuguesa, que puede seros útil y sacaros de muchos apuros ” pasteriles “. Igual lo que se dice igual, no os van a quedar ¡ pero puede ser que bien deis el pego ! Por ganas que no queden ¿ no os parece ?

Elaboración pastel de nata

Para elaborar la masa hojaldrada

En un bol o cuenco echar la harina, un poco de sal y agua caliente suficiente para que al mezclar, con las manos o con ayuda de una batidora, se consiga una masa maleable y homogénea.

Una vez conseguida la masa dejar en reposo durante aproximadamente 15 minutos.

Pasado el tiempo de reposo amasar con las manos sobre una superficie limpia y enharinada. Extender la masa y darle una forma rectangular.

Con un tenedor trabajar la mantequilla hasta ablandarla y conseguir un punto de pomada. Dividir en tres porciones.

Estirar la masa con un rodillo y untar y esparcir sobre ella una parte de la mantequilla que previamente habíamos dividido. Enrollar la masa y repetir dos veces más con las otras dos porciones de mantequilla que quedaban. Dejar reposar la masa durante aproximadamente 20 minutos.

Pasado el tiempo de reposo necesario, estirar la masa hasta conseguir un grosor  de aproximadamente 3 milímetros y cortar en tiras de 10-12 cm. de ancho. Enrollar y cortar en trozos de aproximadamente 1- 1,5 cm.

Colocar una espiral en el centro de cada molde y trabajar con los dedos pulgares de las manos mojados, adheriendo la masa  al fondo y a las paredes de los moldes.

Para elaborar el relleno

En una cazuela se mezclan, sin dejar de remover,  todos los ingredientes sobre un fuego lento. Cuando empiece a hervir, retirar del fuego y  dejar entibiar.

Distribuir la crema sobre las tartaletas y hornear a 220ºC hasta que adquieren un bonito color dorado y la masa esté crujiente.

Se sacan del horno y antes de comer los pastelillos de Belém, se espolvorean por encima con azúcar glas y canela molida.