No se puede pasar por la maravillosa, encantadora y admirada ciudad de Peñíscola, sin visitar el Restaurante Sebastian en Perla Blanca. Dejar de conocer y no probar las elaboraciones culinarias de Sebastian, cocinero argentino, bien ” plantao ”, encantador y conversador. No hacerlo, se podría decir que sería un crimen, o bien algo peor, si aún pudiera existir algo peor, ¡ un suicida !.
El Restaurante Sebastian en Perla blanca está situado en un lugar privilegiado de Peñiscola ( Castellón ), concretamente en la urbanización Perla Blanca. A vista de águila , justo en frente del puerto y del Castillo del Papa Luna. Recrear la vista con las explendidas vistas que se pueden divisar desde el comedor, a la vez que disfrutar de una buena comida, es una experiencia que deja huella en nuestras mentes.
Sebastian derrocha talento en los fogones y pone algo imprescindible, que debe tener todo buen cocinero, pasión por lo que cocina y de verdad que no tiene reparos en demostrarlo, presentando los platos ante nuestros sentidos : vista, olfato y gusto.
Cuando ojeamos las guias culinarias, observamos que cada una de ellas tiene una clasificación, atendiendo a unos baremos propios establecidos. Normalmente siguen los items más propios de lo que debe ser y tener un buen restaurante ( servicio, cocina, bodega, etc, etc. ) pero hay alguna que además distingue, por la importancia que tiene el restaurante, por merecer o no la pena, para desplazarnos y visitarlo. En este caso, recomiendo salirnos de los circuitos turísticos-gastronómicos normales y hacer unos kilómetros de más, para poder gozar de una buena, bonita y económica comida, en la ciudad de Peñiscola.
Estoy seguro que merece la pena subir al montículo, donde poder gozar de una buena vista, además de una buena mesa, humilde pero explendorosamente bien servida.
En nuestra visita pudimos disfrutar de un menú del día, a un buen precio 14 € con un suplemento de 10 € si querías gozar de una buena pieza de carne, asada ni más ni menos que por un argentino, que como todos sabemos son los maestros de las parrilladas y conocedores de los secretos del buen asado.
De entrada nos sirvieron unas empanadillas crujientes de aperitivo, a continuación de primero un Parfait de pollo, ensalada, membrillo y pan tostado para cada uno. ¡ La cosa pintaba bien !, por lo que coincidimos en la elección.
De segundo, me incliné por un conejo guisado a lenta cocción, con salsa de nata, mostaza antigua y sidra ( una buena salsa como a las que a mi me gustan ).
No pude con los dos trozos, porque ayudé a mi compañera con la carne asada
y su acompañamiento de cocotte de patatas.
Para finalizar unos postres acordes a nuestras apetencias visuales para mi acompañante : una tarta de manzanas con helados - tipo tatin - ( estaba tan buena que no dió tiempo para foto ) y el servidor que se decantó por una tarta de queso con naranja y mango que también merecía mucho la pena ( pero que fotografié para dar testimonio del estupendo menú al precio ya mencionado ).
La comida se regó con una buena jarra de agua fría ( con rodaja de limón incluida ), un buen vino rosado de la casa ( como a la mayoría de mujeres, a mi compañera, el vino tinto le sienta como un tiro ) y un estupendo pan, acompañado de mantequilla.
Se acabó la velada con unos buenos cafés, petit four y con la gentileza de unos chupitos con y/o sin alcohol.
No quisiera dejar sin mencionar la maravillosa conversación y profesional atención, por parte de todo el personal del restaurante que nos atendió.
¡¡¡ Sebastian y acompañantes !!!, gracias a todos por vuestra gentileza y saber hacer. Espero que nos podamos ver de nuevo.